Demografía
Por las
mejoras sanitarias y en la alimentación, la población española
pasó de 11 millones a inicios del siglo, a 18 a finales. Es decir, un crecimiento importante, pero no tanto
comparativamente (en Gran Bretaña durante el mismo periodo se pasó de 11
millones a 37 mill.). Esta diferencia se debió a que en España la
mortalidad no bajó tanto y se mantuvo alta (Guerras de la Independencia y
carlistas, hambrunas, emigración a América…). Se aumentó la esperanza de vida,
que pasa de 29 a 50 años.
Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades,
pero limitado por el lento desarrollo industrial. El desarrollo industrial
trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras
derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja
calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer
trabajo a toda la población que llevaba, hubo una gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil, a
finales del S. XIX.
La agricultura y la ganadería
Siguiendo
las ideas ilustradas del siglo XVIII, los gobiernos liberales del siglo XIX
hicieron reformas liberales en
el campo. La mayoría de estas medidas se tomaron durante las Cortes de Cádiz y
durante el Trienio Liberal, pero fueron anuladas por Fernando VII sin llegar a
aplicarse. Finalmente se aplicaron definitivamente durante la regencia de María
Cristina:
-
Fin de los mayorazgos o
desvinculación de los mayorazgos, que se convierten en propiedad privada y
entran en el mercado como una mercancía más.
-
Fin de los privilegios de la mesta,
pues limitaba la expansión agrícola.
-
Fin de los señoríos, que se
convierten en propiedad privada y los
siervos se convierten en jornaleros.
-
Fin de las tierras amortizadas o desamortización, expropiación y
venta de las tierras en manos muertas. Hubo dos desamortizaciones por los
gobiernos liberales: la eclesiástica de Mendizábal en 1836, y la
Civil de Madoz en 1855. Aunque sólo se cambió de dueños (de manos
eclesiásticas y ayuntamientos a ricos terratenientes y alta burguesía y se
recaudó menos dinero del esperado), con la primera desamortización se financia
la deuda pública, se gana la guerra carlista y se asienta el liberalismo, y con
la segunda se desarrolla el ferrocarril.
Resultado económico fue la extensión de la superficie cultivada (se pasa
de de 20 a 45 mill. de hectáreas cultivadas) y el aumento de la producción, pero no de la
productividad. Esto trajo como consecuencia la bajada de los precios de
los productos agrícolas. La agricultura sigue siendo la principal actividad
económica. Se caracteriza en este tiempo por el estancamiento, pues no se
incrementaron durante este período los niveles de productividad, que aún
estaban muy por debajo de los europeos, el atraso técnico, ya que no se
introdujeron las novedades puestas en práctica en otros países (fertilizantes,
mecanización, regadíos...), y la conflictividad social, debido a la estructura
de la propiedad de la tierra. Los cultivos seguían siendo los tradicionales
mediterráneos: vid, cereales (40 % de los cultivos) y olivar. Ni siquiera, los
policultivos ni la introducción de la patata o el maíz suponían un porcentaje
significativo. El autoconsumo provocaba constantes crisis de subsistencias,
sobre todo en las zonas no portuarias, por la deficiente red de comunicaciones.
Ante el crecimiento de la población a lo largo del S. XVIII, la subida de
precios del grano provocaba hambrunas y mortalidades entre la población
campesina. La población rural se va reduciendo, pero sigue siendo mayoritaria
en 1900. La ganadería española experimentó un retroceso, al reducirse los
privilegios de la Mesta y perderse las tierras comunales de los ayuntamientos,
que servían como pastos.
A
nivel social las consecuencias fueron: la burguesía compra tierras y se une sus intereses a los de la
nobleza terrateniente; como no hay reparto de tierras a los campesinos, éstos se
convierten en jornaleros; como
jornaleros su situación laboral es muy precaria, hay frecuentes revueltas rurales; la bajada de
precios lleva a la ruina a los pequeños
campesinos; Muchos acaban emigrando
a las ciudades o a otros países (la población rural se va reduciendo,
pero sigue siendo mayoritaria en 1900).
La industrialización:
minería, industrias y ferrocarril
España no conoció durante el siglo XIX una
revolución industrial análoga a la operada en Europa Occidental. Si se produce,
en cambio, un proceso de inicial despegue y posterior equipamiento industrial,
aunque limitado, tanto en su localización geográfica regional como en los
sectores industriales productivos. Las razones de la lenta y defectuosa
industrialización española se justifican:
--
Bajísimo nivel de vida de los españoles, especialmente el campesinado,
que no demandaban productos industriales (salvo una modesta producción
industrial).
--
La falta de fuentes de energías abundantes y baratas (carbón de mala
calidad) y materias primas difíciles de extraer.
--
Inexistencia de un mercado organizado por falta de una red viaria y de
comunicaciones que facilitara la relación centro-periferia. El comercio por su
parte, debido a los numerosos aranceles internos, vio como se encarecía
el precio de los productos vendidos.
--
La falta de inversión por los que tenían capital en la actividad
industrial, invirtiéndose en empresas no industriales más seguras y rentables:
la tierra, el ferrocarril o la Deuda Pública. Aquí, las desamortizaciones
desviaron mucho capital, que podrían ir a la industria. Por otro lado, tampoco
se contó con una Hacienda saneada que se convirtiese en inversora. Tampoco fue
posible la creación de un sistema bancario y financiero privado moderno, ya que
hasta 1856 no apareció el Banco de España.
--
Ausencia de una mano de obra suficiente, ya que el campo seguía
absorbiendo gran parte de la mano de obra existente, al estar atrasado y poco
mecanizado.
--
La ausencia de inventores y burguesía con espíritu de riesgo y de
innovaciones.
--
La ausencia o insuficiencia de una política que fomentase la industria
nacional. La política económica de los gobiernos liberales no fue decididamente
proteccionista.
La Ley de minas de 1825 reservaba para la corona la propiedad de los yacimientos, pero la falta de
capital hizo inviable este sistema. Así, Ley de minas de 1868 libera el sector y trae
inversión extranjera, todo orientado a la exportación y controlado por
compañías extranjeras. A cambio el Estado consigue ingresos de estas compañías.
Se desarrollaron las minas de carbón de Asturias y Cantabria, el hierro en el
País Vasco, el mercurio en Almadén (Ciudad Real), el plomo en la Sierra Morena
y el cobre en Riotinto (Huelva).
A pesar de
las dificultades, hubo cuatro focos de industrialización en España, dos de
ellos se industrializan con éxito, fracasando otros dos (la siderurgia de
Málaga y Asturias):
-- Sector textil catalán. Tras la
Guerra de Independencia y la pérdida de las colonias americanas, se sustituyó
la lana por el algodón y se mecanizó. Aquí si hubo una burguesía emprendedora
dispuesta a invertir y se desarrolló la industria catalana. Vendían gracias al
proteccionismo, pero acabaron arruinando a las manufacturas textiles de otras
zonas de España.
-- Desarrollo de la siderurgia vizcaína que
sustituye a sus antecesoras (Málaga y Asturias). En 1860 se crean los Altos
Hornos de Ibarra, gracias a la abundancia de mineral de hierro de buena calidad y facilidad para comprar carbón inglés.
Gran desarrollo a partir de 1876.
En el
terreno del ferrocarril, hasta 1855, los liberales moderados intentaron
crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se
pusieron en circulación: Barcelona-Mataró
(1848), Madrid-Aranjuez (1851) y
Sama de Langreo-Gijón (1853). El
gran impulso llegó con la Ley de Ferrocarriles de 1855, que facilitó un
crecimiento de las inversiones en este sector. Se facilitó la
inversión extranjera (alemanes y franceses), reduciendo aranceles y concediendo
subvenciones, se estableció el sistema radial, partiendo de Madrid y se usó el
ancho de vía ibérico, con vías más anchas que las europeas, por el relieve
abrupto español. Los resultados fueron espectaculares: entre 1859 y 1875 España
pasó de 28 Km. a 6.124 Km.
Sociedad
Unido
a todas las anteriores transformaciones económicas y demográficas, se van
produciendo también en España una serie de cambios sociales, que suponen el
paso de una vieja sociedad estamental a una renovada sociedad clasista,
organización de la sociedad por clases sociales propia del régimen liberal
burgués y capitalista (sobre todo en la segunda mitad del siglo, pues en la
primera pesará más el Antiguo Régimen). La sociedad queda estructurada en
tres grupos sociales divididos según su riqueza y propiedades:
--Oligarquía:
es la antigua nobleza terrateniente y la alta burguesía: suponen el 5% de la
población. Ambos grupos van uniendo sus intereses. La burguesía compra tierras
con la desamortización, y la nobleza invierte en industrias. Además, entre
ellos se establecen lazos familiares. Son los propietarios de las tierras, de
grandes capitales y de las grandes empresas industriales y
comerciales.
--Clases
medias: son un 12% y son los pequeños comerciantes e industriales,
propietarios, profesiones liberales y funcionarios.
--Clases
bajas, tanto urbanas como rurales, que representan a más del 80% de la
población. Entre ellos destacan los campesinos sin tierras, los jornaleros (un
75%), que ven agravadas su situación con la Desamortización, y provocarán
grandes revueltas campesinas. También destacan los obreros industriales en
Cataluña y País Vasco, que se irán organizando en sindicatos y partidos
políticos obreros (PSOE, creado por Pablo Iglesias en 1879, al igual que el
sindicato socialista UGT, en 1888; el
sindicato anarquista CNT se crea en 1910).
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