EL IMPERIALISMO SEGÚN
HOBSON.
Necesitamos
ineludiblemente
mercados para nuestra
creciente producción
industrial; necesitamos nuevas salidas para invertir nuestros sobrantes de capital y las energías del excedente de nuestra población. Esa expansión es una necesidad vital para una nación con la grande y creciente capacidad de producción que tiene la nuestra... Estos nuevos mercados tienen que estar en países hasta
ahora no desarrollados,
principalmente en los trópicos,
en los que existe una numerosa población con crecientes necesidades que nuestros fabricantes y comerciantes pueden satisfacer (...) La experiencia
muestra  que  la  manera
 más  segura  de
 afianzar
 y  desarrollar
 dichos  mercados  es
 la  creación
 de protectorados  o
la anexión .
Mucho mayor y más importante es la urgencia que tiene el capital de encontrar en el extranjero negocios  en  los
 que  invertir.
Además,
mientras el  fabricante
 y  el  comerciante se  contentan
 con comerciar con las naciones extranjeras, el inversor tiene una decidida tendencia a procurar la anexión política de los países en los que radican sus inversiones más beneficiosas. Se ha acumulado un gran
volumen de ahorro que no puede invertirse lucrativamente en Inglaterra y tiene que encontrar salida
en otros lugares.
Por costosa que sea, y por llena de peligros que esté, la expansión imperial es necesaria para
que nuestra nación continúe existiendo y progresando. Si renunciamos a ella, dejaremos la dirección
del desarrollo
 del  mundo en
 manos  de otras
 naciones,
 que entorpecerán  nuestro  comercio
 e incluso pondrán 
 en   peligro  los 
 suministros 
 de alimentos
 y   materias   primas 
 que necesitamos
para la supervivencia de nuestra población. El imperialismo resulta, por tanto, no una preferencia, sino una
necesidad.
J.A. HOBSON: Imperialism 1902.
LA DEMOGRAFÍA COMO CAUSA DEL IMPERIALISMO
Ayer  estuve  en
 el  East  End
de  Londres  y asistí a
 una asamblea  de
 parados.  Como
 en dicha reunión 
escuchaba 
 discursos 
 exaltados  que  tenían como 
 nota   predominante: “pan, 
 pan",   y
 al reflexionar, cuando volvía a casa sobre lo se había dicho, me convencía a mí mismo, más que nunca, de
la importancia del colonialismo.
La idea que sostengo
yo representa la solución del problema social: para salvar a los cuarenta millones
de
habitantes del Reino Unido
de una guerra civil funesta, nosotros, los políticos coloniales,
debemos tomar posesión de nuevos territorios para colocar a en ellos el excedente de población. El Imperio, lo
vengo
diciendo desde hace mucho
tiempo, es una cuestión de estómago.
Si no queréis una guerra civil, debéis convertiros en
imperialistas.
Cecil Rhodes:
Discurso, 1898.
CAUSAS ECONÓMICAS DEL
IMPERIALISMO
Es evidente, en efecto, que un país que deja escapar una gran cantidad de emigrantes no es un país
feliz, ni un país rico. Y no es censurar a Francia, ni dirigirle una injuria a Francia, decir que, de
todos los países de Europa, es el que tiene el menor número de emigrantes.
Pero no es este el único interés  de
 la  colonización.
 Las  colonias  son,  para  los  países ricos,
 un  lugar  de
 emplazamiento
 de capitales muy aventajado. (…) Yo digo que Francia, que siempre tuvo abundancia de capital y que lo
exportó en cantidad considerable extranjero (se pueden contar, de esta manera, en miles de millones las exportaciones hechas por este país que es tan rico) yo digo que Francia tiene interés en considerar
este lado de la cuestión colonial.
Pero,  señores,
 hay  otro  lado  más  importante
 de  la  cuestión,
 que  domina  totalmente
 lo que acabo de exponer. La cuestión colonial es para los países consagrados por la naturaleza misma de su industria a
una gran exportación, como la nuestra, la
cuestión misma
de los mercados. Desde  este
 punto  de  vista,  lo
 repito,  la  fundación
 de  una  colonia
 es  la  creación
 de  un mercado... En el tiempo en que estamos, y con la crisis que atraviesan todas las industrias europeas, la
fundación de una colonia
es la creación de una salida.
Jules Ferry,
Discurso en la Cámara de Diputados, 1885.
CAUSAS ECONÓMICAS DEL
IMPERIALISMO
Sólo en Cuba hay 15 millones de acres de bosque no tocados por el hacha, minas de hierro inagotables, depósitos de manganeso de valor incalculable (…) Las riquezas de Filipinas apenas han
sido explotadas con métodos modernos. Y producen lo que nosotros consumimos, y consumen lo que
nosotros producimos (…) Venden cáñamo, azúcar, cocos, frutas tropicales, maderas preciosas como la caoba; compran harina, ropa, herramientas, instrumentos, maquinaria y
todo lo que podamos cultivar y fabricar (…)
Si alguien les cuenta que el comercio depende de los precios
de los productos y
no del control
del  poder, pregúntenle 
por qué Inglaterra
no abandona  Sudáfrica, Egipto
o la
India (…) Hawai nos proporciona
una
base naval en el centro del
Pacífico (…); Manila otra,
a las puertas de Asia (…) Dentro de cincuenta
años la mayor parte del comercio  asiático será
nuestro.
       
           
Discurso del senador estadounidense Beveridge en 1898.
 CAUSAS IDEOLÓGICAS DEL
IMPERIALISMO
Señores, hay que hablar más alto y proclamar la verdad. Hay que decir abiertamente que las
razas superiores tienen un derecho ante las razas inferiores; y hay un derecho para las razas superiores
porque hay un deber para ellas, que
es el de civilizar
a  las razas inferiores. ¿Hay alguien que pueda negar que exista más justicia, más orden natural y moral, más igualdad, más
virtudes sociales en África
del norte desde que Francia
la conquistó? 
¿Cuándo fuimos
a Argelia
para destruir la
piratería
y asegurar la libertad
de comercio
en el
Mediterráneo nos comportamos acaso
como corsarios, conquistadores
o devastadores? 
         
Jules Ferry, Discurso en la
Cámara de Diputados, 1885.
LA DURA CARGA DEL
HOMBRE BLANCO
Asumid la dura
carga del hombre blanco,
enviad a los
mejores de vuestros muchachos,
dirigid vuestros
hijos al exilio
Para que ellos sean
los servidores de sus cautivos
Para que ellos
velen, pesadamente ataviados,
Sobre pueblos
agitados y salvajes,
Pueblos apenas
domados, intranquilos,
Mitad demonios,
mitad niños.
Llevad la carga del
hombre blanco 
Con paciencia para
sufrir
Para ocultar la
amenaza del terror
Y poner a prueba el
orgullo que se ostenta;
Por medio de un
discurso abierto y franco (...)
Llevad la carga del
hombre blanco
Las salvajes
guerras por la paz
Llevad la boca del
hombre, 
Y ordenad el cese
de la enfermedad;
Y cuando vuestro
objetivo esté más cerca (...)
Contemplad a la
pereza e ignorancia salvaje (...)
Rudyard
Kipling.  La carga del hombre blanco, 1899.
 LOS SOCIALISTAS
CONDENAN
EL IMPERIALISMO
El  Congreso
 es  del  parecer  de
 que  la  política
 colonial
 por  su  esencia  misma, conduce
necesariamente  a  la  servidumbre,  al
 trabajo  forzado  de
 las poblaciones indígenas
 en  el  dominio
colonial... Sólo la sociedad socialista podrá ofrecer a todos
los pueblos la posibilidad de desarrollar plenamente su civilización...
El  Congreso  condena  esta  política
 de  robo  y
 conquista,  y  constata
 que  la política colonial
acrecienta el peligro de complicaciones Internacionales y de guerra entre los pueblos colonizadores".
Resolución de la
II Internacional en el
Congreso de Stuttgart,
1907.
ANTIIMPERIALISMO
"¡Razas  superiores!,  ¡Razas  inferiores!.
 Es  fácil  decirlo.
 Por  mí  parte,  yo  me  aparto  de
 tal opinión,  especialmente  después  de
 haber  visto  a
 sabios  alemanes
 demostrar  científicamente
 que  la francesa es una raza inferior a la alemana. No,
no existe el derecho de las llamadas naciones superiores
sobre las naciones llamadas inferiores. La conquista que Ud. [J. Ferry] preconiza es el abuso, liso y llano, de la fuerza que da la civilización científica sobre las civilizaciones primitivas, para apropiarse del hombre, torturarlo y exprimirle toda la fuerza que tiene, en beneficio de un pretendido civilizador."
G. Clemenceau.
Discurso en
la Cámara. Francia, julio
de
1885.
No hay más que dos actitudes posibles,
dos políticas a seguir: la intervención o la abstención. Sé bien que el
gobierno ha inventado una tercera (...) ¿Es la paz? No, puesto que se envían
tropas. ¿Es la guerra? No, puesto que no se combatirá. Es un término medio que
no tiene las ventajas de ninguna de las  dos políticas, pero que tiene los
inconvenientes de ambas (...).
Europa desea reservar su libertad de
acción y rehúsa comprometer su responsabilidad como mandataria o como mandante.
Si otros reservan así su libertad, quizás sería bueno que Francia, que es una
potencia continental y no insular, reservara igualmente la suya. Esto no es la
política del miedo, es la de la prudencia y la de la sagacidad.
Está, pues, establecido, que Vd. quiere
lanzarse, no a una expedición militar, sino a una semiexpedición para la
protección del canal, el cual no está amenazado, y que, sin dar suficientes razones,
separa la cuestión de la protección del canal de la cuestión egipcia. Ahora, si
se pudiera establecer esta distinción, yo diría que la defensa del canal está
en El cairo, y es por esto por lo que Inglaterra marcha sobre El Cairo.
(...) Turquía va, en efecto, a Egipto,
pero ¿Qué va a hacer allí? Eso es lo que no sabéis! Se nos dice que es para
restablecer el orden, pero ¿Qué orden? Allí está el orden egipcio, el orden de
Inglaterra el orden de Turquía y el orden europeo. Pedirnos en estas condiciones
que nos comprometamos es una política inadmisible; nos crearía un enorme
peligro (...). En verdad, se diría que hay en alguna parte-yo no sé donde-una
mano que se aplica a preparar una explosión en Europa.
Clemenceau, Discurso en la Cámara de
Diputados, 29 de julio de 1882.
LA CONFERENCIA DE BERLIN DE
1885
En nombre de
Dios
todopoderoso.
Su majestad el
Rey
de España; S.M. el Emperador de Alemania, Rey
de Prusia; S.M. el Emperador
de  Austria, Rey de Bohemia, etc. (...)
Deseando establecer en un espíritu de entendimiento mutuo, las condiciones más favorables al desarrollo del comercio
y de
la civilización en determinadas regiones de África, y asegurar a todos los
pueblos las ventajas de la libre navegación por los principales ríos africanos que desembocan en el
Océano Atlántico; deseosos, por otra parte, de prevenir los
malentendidos y las disputas que pudieran
suscitar en el futuro las nuevas tomas de posesión efectuadas en las costas de África y preocupados, al
mismo tiempo por los medios de aumentar el bienestar moral y
material de las poblaciones indígenas, han resuelto
(...):
1º Declaración relativa a la libertad de comercio en
la
cuenca del Congo, sus desembocaduras y países
circunvecinos, con disposiciones relativas a la protección de los indígenas, de los misioneros y de los
viajeros, y a la libertad religiosa.
2º Declaración referente a la trata de esclavos y las operaciones que por tierra o por mar proporcionan esclavos para la trata.
3º Declaración relativa a la neutralidad de los territorios comprendidos en
la
cuenca convencional
del Congo.
4º Acta de navegación del Congo.
5º Acta de navegación del Níger.
6º Declaración que establece en las relaciones internacionales reglas uniformes respecto a las ocupaciones que en adelante puedan verificarse en las costas del continente africano.
Artículo 34. Toda potencia que
en lo sucesivo tome posesión de un
territorio
situado
en la costa del
continente africano,
pero
fuera de sus posesiones actuales, o que
no poseyendo ninguno
hasta entonces, llegase a adquirirlo, así como
toda potencia que se haga cargo en aquélla de un protectorado,
acompañará el Acta respectiva de una notificación dirigida a las restantes potencias firmantes de la presente Acta, con
objeto de ponerlas
en condiciones de hace valer sus reclamaciones,
si
hubiese lugar a ellas.
Artículo 35. Las potencias firmantes de la presente Acta reconocen la obligación de asegurar, en
los territorios ocupados por ellas en la costa del continente africano, la existencia de una autoridad suficiente para hacer respetar los derechos adquiridos y,
llegado el caso, la libertad de comercio y de
tránsito en las condiciones en que fuese estipulada.
Artículo 36. Las potencias firmantes de este Acta
general se reservan introducir en ella, en lo sucesivo, y de común acuerdo, las
modificaciones y mejoras cuya utilidad haga conocer la experiencia.”
Conferencia de Berlín. Acta General. Febrero de 1885.
COROLARIO
ROOSEVEL: LA POLÍTICA DEL GRAN GARROTE
Es falso decir que los Estados Unidos
sienten una necesidad de tierras o alimentan proyectos con respecto a las otras
naciones del hemisferio occidental (...).
Todo lo que nuestro país desea es ver a
sus vecinos estables en el orden y la prosperidad (...). Si una nación muestra
que sabe actuar con eficacia y con razón en asuntos sociales y políticos, si
mantiene el orden y satisface sus obligaciones, no ha de temer una intervención
de los Estados Unidos. Males crónicos o una incapacidad que acarree una
relajación general, que resulta en el deterioro general de los lazos de una
sociedad civilizada, puede en América, como en otras partes, requerir
finalmente la intervención de alguna nación civilizada, y en el hemisferio
occidental, la adhesión de Estados Unidos a la doctrina Monroe puede forzarlo
(...) al ejercicio del poder de policía internacional en casos flagrantes de
mal crónico o impotencia. Así, hemos actuado en Cuba, Venezuela y Panamá, y nos
hemos esforzado por limitar la guerra en Extremo Oriente y asegurado la puerta
abierta en China, actuando en interés nuestro y de la humanidad entera (...).
Theodore Roosevelt. Discurso anual de
navidad al Congreso. Diciembre de 1904.







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