LA MONARQUÍA DE ALFONSO XIII (1902-1923)
En mayo de 1902 Alfonso XIII
alcanza la mayoría de edad e iniciaba su reinado personal. En contraste con la
reina regente, siempre minuciosa acatadora del orden constitucional, el joven
rey mostrará gran interés por la participación activa en política. La época de
Alfonso XIII tiene desde sus comienzos
unos caracteres básicos que condicionan su evolución y fracaso final. En primer
lugar, las repercusiones y consecuencias de la crisis del 98 que provocan en la
vida nacional una crítica colectiva; en segundo lugar, los intentos de
regeneración del sistema; en tercero, el fracaso de tales intentos sin acertar
a resolver los problemas planteados y el mantenimiento constante de una clara
separación entre la España oficial y la España real.
LAS BASES DEL SISTEMA
PARLAMENTARIO
El reinado de Alfonso XIII
es políticamente el intento de mantener y renovar el sistema parlamentario.
Para ello era necesario resolver los problemas existentes: normalizar el
funcionamiento político, con renovación de los partidos dinásticos y dando
autenticidad a las elecciones; incorporar al sistema político los partidos
marginados y en la oposición; atender las justas reivindicaciones de los
obreros; satisfacer los planteamientos del regionalismo, entre los que el
catalanismo era el más activo; calmar la inquietud de ejército agravada por el
continuo problema de Marruecos. Pero la monarquía parlamentaria acabó con su
fracaso y su caída ya que el sistema fue incapaz de atender a tales cuestiones,
produciéndose la descomposición de los partidos políticos dinásticos. También
se mantuvo el mantenimiento de la corrupción electoral, la incapacidad para
ampliar las bases, sin integrar a nuevos partidos, el desarrollo constante de
los movimientos regionalistas y obreros, el socialismo y anarquismo, así como
el mantenimiento de la guerra de Marruecos.
Junto a las bases
sociopolíticas, están las económicas y culturales; esta situación se produce al
mismo tiempo que hay un progreso socioeconómico apreciable en el crecimiento demográfico
y en el desarrollo económico en todos los sectores. En lo cultural se llega a
la plenitud de la Edad de plata del esplendor artístico y literario, destacando
la Generación del 98 y los poetas modernistas.
Antonio Maura, jefe del Partido Conservador
LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Por estos años, en que
cambia el siglo, se produce también el relevo biológico de una generación de
políticos por otra. Los grandes políticos de la primera etapa de la
Restauración, Cánovas, Sagasta y Silvela, mueren entre 1897 y 1905. Toman el
relevo los políticos nacidos a mediados del siglo XIX: Antonio Maura, que
sustituye a Silvela en la jefatura del partido Conservador; José Canalejas, que
será la figura más destacada del Partido Liberal; Pablo Iglesias, jefe del
Partido Socialista.
Elemento fundamental en la
vida de la monarquía parlamentaria son los partidos políticos, sobre todo los
dinásticos, que mantienen durante la mayor parte del reinado el turno pacífico.
Estos son dos:
‑‑ El Partido Conservador, tras
la muerte de Cánovas, mantiene su unidad y organización con las jefaturas
sucesivas de Silvela y de Maura, su figura más destacada, hasta la
aparición de Eduardo Dato, opuesto
al Maurismo, que hace dividirse al partido.
‑‑ El partido Liberal, tras la
muerte de Sagasta tendrá en su líder más sobresaliente a Canalejas, produciéndose también desde
1913 rivalidades internas entre García
Prieto y Romanones que
dirigen el partido más tarde.
Los partidos políticos en la
oposición al sistema son:
‑‑ Los Republicanos,
que sufrieron transformaciones renovadoras surgiendo nuevos partidos
republicanos como la Unión Republicana (Salmerón) o el Partido Republicano Radical de A. Leroux. En 1912 nació el Partido Reformista, de Melquiades Álvarez, al que se acercaron intelectuales como Manuel Azaña o José Ortega y Gasset.
‑‑ El PSOE
integrado en la II Internacional (fundada
en 1889 y que unió a todo el socialismo hasta 1914) y relacionado con el
sindicato obrero UGT, mantuvo un continuado crecimiento durante todo el
reinado. A Pablo Iglesias le
siguieron en la jefatura del partido J.
Besteiro e I. Prieto en los años
veinte.
‑‑ El partido Carlista
va a atravesar una época de escasa influencia y actividad, con divisiones
internas entre tradicionalistas e integristas, para unirse finalmente en la II República en la Comunión Tradicionalista.
LOS GRANDES PROBLEMAS
A) El problema político.
El sistema empieza a fallar al faltarle unidad y homogeneidad a los partidos
políticos dinásticos. La falta de personalidad y figuras destacadas harán que
surjan divergencias dentro de los partidos. Sin embargo, lo verdaderamente
grave era que las masas del país no intervenían realmente en la vida política,
a pesar del establecimiento en 1890 del sufragio universal. Seguía habiendo
caciquismo para conseguir votos, de manera que siempre triunfaba en las
elecciones el partido que estaba en el poder. El cambio de partidos en el
gobierno no se producía en una consulta electoral, sino que porque una crisis o
un amplio movimiento en contra del partido en el poder hacía que la corona
llamara a gobernar al partido de la oposición.
B) El problema agrario.
En un país tan rural como España, con dos millones de trabajadores sin tierras
propias, las reformas agrarias del siglo XIX no habían dado resultado y la
tierra seguía estando en manos de unos pocos. Fracasada la vía de la
desamortización, se intentó solucionar el problema mediante la extensión del
regadío. Se inician, así, los distintos planes de aprovechamientos hidráulicos
(1902,1916...), que no dieron los resultados esperados.
C) La cuestión social se
explica por las pésimas condiciones humanas en las que vivien los obreros:
salarios inseguros y bajos, jornada laboral excesiva, falta de protección en
caso de accidentes o enfermedad, falta de higiene y vivienda en las ciudades,
etc. Los gobiernos empiezan a preocuparse más por estos problemas.
El movimiento obrero sigue planteando reivindicaciones de
carácter laboral y sindical. Así destaca UGT como
sindicato obrero socialista con amplia base popular y una gran organización
(150.000 afiliados en 1913), defensora de los derechos del proletario con
carácter moderado. La tendencia más radical de la lucha obrera estuvo
representada por el anarquismo y su sindicato fundado en 1911, la CNT, que lleva a cabo actitudes
revolucionarias y de tipo terrorista (huelgas, sabotajes y terrorismo). Las
crisis de 1909 y de 1917 están íntimamente relacionadas con estos hechos.
D) El problema
regionalista adquiere un gran desarrollo en Cataluña, País Vasco y Galicia,
siendo el más importante de todos el catalán. Las grandes reivindicaciones
catalanistas serán el deseo de ruptura con el sistema turnista de la
Restauración y el afán proteccionista para la industria textil. Esto ya se
recogía en las Bases de Manresa de 1892. A partir de entonces se van a
desarrollar los partidos políticos catalanes, destacando la LLiga
Regionalista, fundado en 1901, siendo sus lideres más
destacados Prat de la Riba y F. Cambó.
El regionalismo catalán consiguió un gobierno autónomo en materia
administrativa (obras públicas, transportes y servicios) de gran eficacia,
desde 1914 a 1925, la Mancomunidad de Cataluña.
En esta época surge también
el nacionalismo vasco en torno a Sabino
Arana y al Partido Nacionalista Vasco, que tuvo una escisión, para luego reunificarse nuevamente. También se
vislumbra el inicio del nacionalismo gallego y el andaluz, con la figura de Blas Infante.
E) El problema militar
se manifiesta desde el desastre del 98 y la cuestión de las responsabilidades,
con una tendencia hacia el desprestigio del ejército como estamento, a la que
el militar es sensible reaccionando con una conciencia de cuerpo, que lleva a
la formación de las Juntas de Defensa (1916) con presión en la vida
política. La cuestión de Marruecos era
además la única actuación exterior y militar española: se inicia en el aspecto
diplomático con los acuerdos hispano‑franceses de 1902 a 1912 fijando la zona
del protectorado compartido; desde 1909 comienza la ocupación militar dando
lugar a una larga y costosa guerra hasta que en 1925 Primo de Rivera realiza la
ocupación total del territorio y su colonización.
Barricadas durante la Semana Trágica de Barcelona, en julio de 1909
EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL
REINADO
La primera fase del reinado
de Alfonso XIII se caracteriza por los intentos de mantener con normalidad el
funcionamiento del sistema parlamentario heredado del siglo anterior, y que
suponen la realización de algunas renovaciones adecuadas. Con anterioridad a la mayoría de edad de Alfonso XIII, la reina María Cristina nombró Jefe de Gobierno al líder del partido Conservador, Francisco Silvela, quién mostró una cierta voluntad de renovación (Revisionismo político): proyectos de descentralización administrativa y nuevos impuestos (ministro Villaverde) para paliar las deudas contraídas durante la guerra de Cuba, que provocó grandes protestas. En 1901 la reina otorgó de nuevo el poder a los liberales. Así, el espíritu de regeneración había durado un año y las viejas prácticas del turno de partidos volvieron a aparecer.
Entre 1902 y 1912 se producen los principales intentos de renovación del sistema: desde el comienzo del reinado en 1902, se suceden una serie de fugaces gobiernos integrados por el partido conservador o por el liberal en la rutina de continuar el turno pacífico.
Entre 1902 y 1912 se producen los principales intentos de renovación del sistema: desde el comienzo del reinado en 1902, se suceden una serie de fugaces gobiernos integrados por el partido conservador o por el liberal en la rutina de continuar el turno pacífico.
El primer intento serio de
renovación interna se produce por Maura al frente de
un gobierno conservador entre 1907 y 1909 con un decidido programa de
saneamiento interno y desarrollo de la vida nacional y de participación
exterior, como en la cuestión de Marruecos. Su proyecto de ley de
administración local no será aprobado, perdiéndose una ocasión histórica de
acabar con la corrupción y el caciquismo en la vida municipal. Él pretendía
hacer la revolución desde arriba y para ello intentó ampliar la legislación
social y admitir el movimiento obrero en la política (Ley de descanso dominical, Instituto Nacional de Previsión...). También se llevó a cabo una reforma electoral (1907) que, aunque no acabó con la corrupción, hizo más difícil el fraude electoral.
Fue la guerra marroquí, lo
que provocó la caída de Maura. En Marruecos se mantiene la política de
ocupación y penetración, donde, en 1909, cuando se intenta asegurar posiciones
en torno a Melilla, ocurre el desastre del Barranco del Lobo. Maura se
pone nervioso y comete el error de movilizar a los reservistas, lo que crea una
violenta tensión social, y todo un movimiento de protesta de las organizaciones
obreras (republicanos, socialistas y anarquistas), que desembocará en la llamada "Semana Trágica de
Barcelona", en julio de 1909. Los sindicatos y anarquistas fueron
dueños durante unos días de Barcelona: un centenar de muertos, iglesias y
conventos saqueados, media ciudad destruida fue el balance del movimiento
revolucionario, que fue controlado, tras declararse el estado de guerra, por la falta de dirección y de fines.
Una vez restablecido el
orden, se llevó a cabo una represión contra el anarquismo, recayendo las
responsabilidades por los sucesos en un anarquista, Ferrer Guardia, fundador de la Escuela Moderna (centro de
enseñanza anarquista), que es fusilado. Todas las fuerzas políticas del país se
alzan contra Maura, que tiene que dimitir.
El segundo intento, de tipo
democrático, fue obra de Canalejas con un gobierno liberal,
entre 1910 y 1912, haciendo frente a todos los problemas planteados (político,
marroquí, regional, social) en un sincero afán de renovación y solución. En su
política renovadora destaca la constitución de la Mancomunidad catalana (1914, aprobada ya con el gobierno conservador) o gran
autonomía en materia administrativa en las cuatro provincias catalanas.
Profundizó en la separación Iglesia-Estado y sacó la Ley del Candado en 1910 (Prohibición de nuevas órdenes religiosas). Continuó con la labor de controlar los desmanes del movimiento obrero y reafirmándose
la ocupación española en el norte de África.
La muerte de Canalejas
(asesinado por un anarquista delante de los escaparates de una librería en la
Puerta del Sol) precipitó la desintegración del partido liberal, como la caída
de Maura había hecho con el conservador. Disgregados ambos partidos entre distintas
tendencias y jefaturas, la falta de cohesión se agravó con el estallido de la I
Guerra Mundial, pues aunque España permaneció neutral, las fricciones
entre los partidarios de los aliados (aliadófilos o izquierdistas) o de las potencias
centrales (germanófilos o derechistas) eran muy fuertes.
Huelgas en España entre 1916 y 1922
CRISIS Y CAÍDA DE LA
MONARQUÍA (1917‑1931)
Una profunda crisis se
advierte en España desde comienzos del siglo XX, coincidente con la crisis
general de Europa en estos años. Eran muchos los problemas por resolver: desde
el punto de vista político, se mantenía el sistema de la Restauración,
encerrado ya en un callejón sin salida; desde el punto de vista económico,
continuaba sin realizarse la revolución industrial, cuando ya había triunfado
en toda Europa Occidental; desde el punto de vista social, las reivindicaciones
obreras no encontraban, ni en el estado ni en la burguesía, interlocutores
adecuados, desembocando, bajo la presión del anarcosindicalismo, en frecuentes
luchas callejeras. Al lado de todo esto, otro problema: el agrario, ya que
seguía sin solucionarse la grave situación
de millones de campesinos sin tierras, provocando una situación de
constante conflicto. Tras el estallido de la I Guerra Mundial, el gobierno conservador de Eduardo Dato mantuvo al país neutral, lo que permititó exportar productos industriales y agrarios a ambos contendientes. Pero al dedicarse gran parte de la producción a la exportación, los precios interiores sufrieron un alza desorbitada, creciendo el malestar social dirigido por las organizaciones obreras, que desembocó en el movimiento huelguístico del verano de 1917.
LA CRISIS DE 1917
Al estallar la Primera
Guerra Mundial, España permanece neutral, y se inicia un auge económico de
negocios basados en exportaciones a los beligerantes, que se atenúan a partir
de 1917, y mucho más al acabar la guerra. La carestía de la vida, la influencia
de la revolución rusa del 17 al incidir en el socialismo español y los
gravísimos problemas políticos y
sociales contribuirán a esta crisis, dando lugar a los siguientes fenómenos:
‑‑ Movimiento militar: Aparecen en
el ejército las llamadas "Juntas de Defensa", movimiento de
sindicalismo castrense a través del cual los militares querían defender sus
intereses. Las Juntas dialogaron de poder a poder con el gobierno de Dato,
poniendo de manifiesto la debilidad del poder civil frente al ejército. Las Juntas reclamaron un aumento salarial y se oponían a los ascensos por méritos de guerra, reivindicando la antigüedad en el cuerpo.
‑‑ Problema
regionalista: Las tres Diputaciones vascas, solicitan al gobierno un
estatuto de autonomía, y los catalanes, que lo vienen pidiendo de tiempo atrás,
encuentran una cerrada oposición a sus reivindicaciones autonómicas, pues éstas
se ven como un atentado a la unidad nacional. Por eso el catalanismo, liderado
por Cambó, derivará hacia
posiciones radicales y separatistas.
‑‑ Asamblea de
Parlamentarios: La negativa de E. Dato en 1917 a la convocatoria de Cortes suscitó
un poderoso movimiento de todas las fuerzas de oposición, tanto de los
regionalistas, republicanos y reformistas, como los radicales y socialistas.
Diputados de toda España se reunieron ilegalmente en Barcelona, reclamando una
nueva Constitución y una nueva estructura política descentralizada. Esta especie de parlamento
extra‑legal fue disuelta por la Guardia Civil, frustrándose las esperanzas de un auténtico sistema
parlamentario.
Fotografía de la Huelga general en Barcelona en 1917
La unión del ejército, la
burguesía política y el proletariado provocarán la gran Huelga general
revolucionaria de agosto de 1917, convocada por la UGT y la CNT,
ocasionando graves desórdenes, disturbios y muertos. El gobierno tiene que
acudir al ejército para controlar la situación, sobre todo en Cataluña y las
zonas mineras del norte, ante el aspecto que estaba tomando la huelga de
auténtica revolución. La acción conjunta de las tres fuerzas hubiera provocado
una revolución profunda, pero la burguesía tuvo miedo de lanzarse a fondo y el
ejército apoyó a la corona, por lo que el movimiento obrero fue sofocado con
relativa facilidad, con un balance de más de 70 muertos y dos mil detenidos. La burguesía pactó con la monarquía un gobierno de
concentración, con Cambó como ministro, que prometió elecciones para 1918. La
grave crisis del 17 había sido superada, pero los problemas continuaban en pie, pues debilitó aún más al sistema.
CRISIS SOCIAL
A partir de la crisis de
1917 los partidos liberal y conservador se encuentran en auténtica
descomposición. Era evidente que el sistema canovista ya no daba más de sí. Se
constituyen, desde entonces, gobiernos de concentración, en los que intervienen todos los
partidos. Y fracasados los gobiernos de concentración, se volvió al turno dinástico (13 cambios de gobierno entre 1917 y 1923). Sin políticos de talla, la
política española navegaba sin rumbo, y hubo de recurrirse a medidas de excepción, como la suspensión de la Constitución y la clausura del Parlamento, pues ningún partido obtenía mayorías parlamentarias suficientes para gobernar.
El fin de la Guerra Mundial
acabó con el espejismo del desarrollo económico. El atasco del movimiento
comercial originó el hundimiento de la producción minera y textil e incluso de
la agrícola. El paro obrero, la subida de precios y la insuficiencia de los salarios agravaron la
inquietud social. En Barcelona, la CNT evolucionó hacia al el sindicato único y
preconizó la lucha directa contra el patrono. Éstos crearon una federación de
patronos que contrataron a pistoleros a sueldo para asesinar a los dirigentes obreros. Todo ello originó la época conocida como el Pistolerismo. La lucha entre ambos fue terrible, con cerca de 500 muertos en
Barcelona en 1920. Las medidas tomadas por los
patronos como el cierre de fábricas o por el gobierno no hicieron más que
agravar la situación. En 1921 moría
asesinado el jefe de gobierno del partido conservador, Eduardo Dato. En Andalucía, la situación de miseria del campesinado, dio paso al llamado trienio bolchevique (1918-1921), donde los anarquistas impulsaron las revueltas campesinas, solicitando tierras y más salarios y mejores condiciones de vida. Se quemaron cosechas, se ocuparon tierras y muchos ayuntamientos fueron controlados por los obreristas. Se puso fin a la rebelión con la intervención del ejército, la ilegalización de las organizaciones obreras y la detención de sus líderes.
El mismo año tuvo lugar la desastrosa derrota de Annual en Marruecos, donde el ejército español atacó a las tribus rifeñas que hostigaban a los españoles. El resultado fue un desastre, pues se produjo 13000 bajas españolas y se perdió todo el territorio ocupado. Tan grave fue la situación que algunos jefes militares a proponer el abandono del norte de África ante la
imposibilidad de dominar a los marroquíes. Por otro lado, la inquietud militar
crece desmesuradamente. El tema de Annual iba a ser discutido en el Parlamento y se iban a pedir responsabilidades que podrían implicar al propio rey; esto provocó la movilización del ejército y de la derecha, que creían en la dictadura militar como solución a la crisis.
Mapa del Desastre de Annual de 1921
LA DICTADURA DE
PRIMO DE RIVERA (1923-1930)
El 13 de septiembre de 1923,
el capitán general de Cataluña, Miguel
Primo de Rivera, contando con el apoyo de las clases dirigentes
burguesas y de las guarniciones militares, mediante un golpe de estado reclama
el poder, que le es concedido por el rey, aunque había vacilado, pero finalmente aceptó, en un acto que será considerado una traición y acabará costándole el reino. Nadie se lanza a defender un régimen
parlamentario desacreditado. Se esperaba que la dictadura pusiese fin a una
situación de anarquía, de desorden callejero, de inquietud revolucionaria, y sobre todo, el miedo a una revolución social ante al auge de la conflictividad obrera y campesina. A ello habría que añadir el aumento del republicanismo, los nacionalismos y el desastre de Annual. Para
conseguir todo esto y organizar el nuevo gobierno sobre la base de afirmación
de la autoridad estatal, se suprimió el sistema parlamentario, se suspendió la
Constitución y fueron disueltas las Cortes. El dictador aseguró que su gobierno sería una breve interrupción de la legalidad constitucional hasta que se solucionasen los problemas planteados. El lema de la Dictadura fue el de
"Patria, Religión y Monarquía". Trató de llevar una política regeneracionista y populista que tratara, no de acabar con el régimen, sino de evitar que se democratizase.
De su mandato se pueden
señalar dos etapas:
‑‑A) El Directorio militar
(1923‑1925). Fue un gobierno transitorio, compuesto totalmente
por militares. Las primeras medidas fueron la suspensión de la Constitución, la disolución del parlamento, prohibición de los partidos y sindicatos y cese de los altos cargos, así como una fuerte represión del obrerismo más radical. Este gobierno se consolida y obtiene un fuerte respaldo al
conseguir resolver dos de los más graves problemas del país: en política
interior el restablecimiento del orden público, acabar con el terrorismo
anarquista, atender la cuestión social y poner en funcionamiento la
administración a nivel municipal, provincial y central; en política exterior,
pone fin a la guerra de Marruecos con el brillante Desembarco de Alhucemas (noviembre de 1925), con el apoyo de Francia, consiguiendo la rendición de Abd el-Krim, lo que permitió la
posterior ocupación total del Protectorado español y la pacificación de la
zona.
La iglesia, los
terratenientes, la burguesía y hasta el socialismo aceptan el régimen, mientras
la CNT es disuelta y la Mancomunidad de Cataluña suprimida, en un intento de
fortificar el sistema centralizador.
El rey Alfonso XIII despachando con el general Miguel Primo de Rivera
‑‑ B) El Directorio civil
(1925‑1930). Ahora el gobierno, bajo la misma jefatura de Primo
de Rivera, lo forman técnicos y civiles apolíticos junto a militares, que se
entregan a una continuada tarea de modernización y planificación económica (apoyándose en la coyuntura económica favorable de los años 20) y
desarrollo de las obras públicas: saneamiento de la hacienda (Calvo Sotelo),
política social, con el apoyo de la UGT y el PSOE, creación de los comités
paritarios en las empresas, creación de monopolios económicos estatales, como
Tabacalera y CAMPSA. También se traza un amplio plan de construcciones de
carreteras y se crean las confederaciones hidrográficas para mejora de los
regadíos y desarrollo de la electrificación rural. Las exposiciones
internacionales celebradas en Barcelona y Sevilla en 1929 contribuyeron a dar
esplendor al régimen.
Ahora el régimen no tendrá un carácter transitorio, sino que trato de institucionalizarlo para darle continuidad, siguiendo el modelo del fascismo italiano. Así, en el orden político, cabe destacar la creación de un partido nacional, la Unión Patriótica (1927), especie de partido único, con el fin de apoyar a la dictadura. También se creó una Asamblea Nacional Consultiva (1927), de carácter corporativo, pues sus miembros no serán elegidos por sufragio, sino designados por las grandes instituciones públicas; además, se proyecta una nueva Constitución de la monarquía.
Ahora el régimen no tendrá un carácter transitorio, sino que trato de institucionalizarlo para darle continuidad, siguiendo el modelo del fascismo italiano. Así, en el orden político, cabe destacar la creación de un partido nacional, la Unión Patriótica (1927), especie de partido único, con el fin de apoyar a la dictadura. También se creó una Asamblea Nacional Consultiva (1927), de carácter corporativo, pues sus miembros no serán elegidos por sufragio, sino designados por las grandes instituciones públicas; además, se proyecta una nueva Constitución de la monarquía.
Pero no todo fueron
aciertos, quedando muchas esperanzas incumplidas y muchos problemas por
resolver. Así, no supo ni pudo realizar la reforma agraria, ni el saneamiento
de la vida política española. El regionalismo quedó enmudecido, las Cortes y la
Constitución de 1876 quedaron suspendidas, los partidos políticos fueron
sustituidos por corporaciones (asociaciones laborales), también estaban
suprimidas las libertades de prensa y asociación. Además, por otro lado, la
oposición contra el Directorio fue cada vez mayor integrada por algunos
sectores sociales: los políticos, los periodistas, los intelectuales (Unamuno a
la cabeza, Ortega, Blasco Ibáñez...), los universitarios, el catalanismo, la CNT, el PSOE, el capital y, al final, el
mismo ejército.
Alfonso XIII, ante esta
situación, le retira la confianza, y Primo de Rivera dimite el 28 de enero de
1930, aceptada por el rey, exilándose a Francia, donde moriría muy poco tiempo después. Se puede decir que Primo de Rivera fue un dictador populista, paternalista e ingenuo, pero no un tirano y, tal vez, su mayor error fue ignorar las necesidades democráticas de su pueblo.
LA CAÍDA DE LA
MONARQUÍA (1930-1931)
En 1930 ante el vacío
político existente, tras la dimisión de Primo de Rivera y la desaparición de la
Dictadura, se llega a la siguiente y enfrentada situación: por un lado los
sectores dinásticos y oficiales intentan de nuevo la difícil reconstrucción del
viejo sistema de la monarquía parlamentaria; por otro, la oposición al sistema
se había unido en un bloque político, el Pacto
de San Sebastián (1930), donde los políticos socialistas, republicanos y
catalanistas de izquierdas rechazaron la vuelta a la Constitución del 76 y se
pusieron de acuerdo en favor de la República. Incluso el ejército pierde su
cohesión monárquica.
En esta difícil coyuntura se
suceden los gobiernos presididos por los militares Berenguer y Aznar, muy limitados en sus posibilidades de
actuación política. Desbordado por la situación política, el gobierno no
atiende la cuestión económica, en la que se advierten los primeros síntomas de
la crisis económica mundial iniciada en 1929.
Berenguer fue incapaz de convocar unas elecciones que permitiesen el retorno a la normalidad constitucional (dictablanda se le llamó a su gobierno). Como era imprescindible
convocar elecciones para salir de la situación creada por el estado de
excepción de la Dictadura, el almirante Aznar decide convocar elecciones municipales, menos peligrosas para la monarquía Estas elecciones se presentaban como un referéndum a favor o en contra de la monarquía. El 12
de abril se produce el triunfo en las grandes ciudades de la coalición
republicano‑socialista (aunque en el medio rural es mayor el número de
concejales monárquicos). El 14 de abril es proclamada la II República
española. La mayoría de los ministros y el propio monarca se muestran
enemigos de toda violencia para
permanecer en el poder. Alfonso XIII, dispuesto a que no haya derramamiento de
sangre, decide suspender el ejercicio del poder real, abandonando el país,
poniendo fin a la larga época de la monarquía parlamentaria.
Alfonso XII, Primo de Rivera y el Directorio militar.
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